Estepaís/Elestado

Tiene razón Pedro G. Cuartango cuando escribe que “España se repite a sí misma y reproduce unos comportamientos atávicos que nos llevan a la autodestrucción. Es una especie de fatalidad de la que no somos capaces de sustraernos, un eterno retorno que nos conduce siempre al mismo punto en el que acabamos hastiados de ser como somos”.

IMG_0300En realidad nunca hemos dejado de ser lo que fuimos. Desde hace la intemerata los españoles somos de Estepaís que para los nacionalistas no pasa de ser Elestado. Pues, señor, si uno mira a los sedentes a la derecha del padre, contempla atónito cómo la clase aforada conservadora que por allí adormece sus posaderas, se levanta y aplaude des-aforada cuando el viejo químico sociata que, entre otros alardes, los puteó como quiso y cuanto quiso en aquellas infames jornadas que siguieron a la masacre del 11-M, va y dice que se va. A mayor abundamiento, ese de la casta nueva con coleta vieja que dice que los novecientos asesinatos de Eta tienen una explicación política, que hay que controlar los medios de comunicación y, ya puestos, añorar la guillotina, le merece todos los respetos –y aun parece inclinado a pactar con él sus futuros privilegios- a un pepero extremeño de nombre Monago que ya no se sabe muy bien si entra o si sale.

Y si uno mira a la izquierda contempla tres oquedades que se disputan el hueco dejado por el viejo químico calvorota. Lo cuenta Santiago González en su blog imprescindible. También está un Garzón que regala a Podemos su identidad a cambio del plato de lentejas revolucionario. Ha dicho que lo de la constitución y demás zarandajas del siglo pasado no van con él ni con sus colegas de generación. Se proclama comunista aunque, claro está, no al modo de la Unión Soviética o de Corea del Norte sino al modo noruego pasado por Venezuela, Suiza y California. Un imposible pastiche de barra de bar de la facul con cubatas a siniestro y siniestro.

Julián Marías ya explicó que «la libertad y el azar son decisivos en todo lo humano, mucho más que todos los ‘datos’ físicos, económicos, étnicos; la historia pertenece a la vida humana, la cual se hace con su circunstancia, acaso frente a ella. Lo que no puede hacerse es no tenerla en cuenta, porque entonces se desliza subrepticiamente y enmascara lo que la vida, individual o colectiva, tiene de proyecto libre y a la vez condicionado”.

Conocidos son los clásicos mecanismos de manipulación que utilizan los predicadores y los políticos para influir en su auditorio. Se producen efectos de saturación sensorial (ambiente auditivo, ambiente olfativo, contactos corporales, etc); aparece una nueva norma merced a la cual todos los participantes sienten que forman parte de una comunidad que comparte la misma condición humana con sus penas y alegrías; hay lugares claramente diferenciados para la multitud, los políticos acompañantes y el predicador estrella; la cercanía física al predicador; el político discursea y unge a su auditorio con el aceite de la verdad y la salvación; el político construye un futuro para los presentes y para quienes le voten; la caída en trance de algunos asistentes; los cantos, las alabanzas, la sensación de estar juntos, de salvarse juntos. Es así como la situación gozosa nueva de los participantes se opone a su vieja vida que era más triste y penosa.

Antiguallas. Hoy vivimos colgados de la misma nube. Hasta ahora para contagiar un comportamiento parecía necesario que el sujeto emisor estuviera cerca del receptor. Con el desarrollo de internet lo que se extiende es más una norma que una conducta. Nicholas A. Christakis estudió la propagación de la obesidad a través de las redes sociales y concluyó que era más importante la norma que la ideología lo que le condujo a distinguir entre norma e idea.

Es lo que hará ese Frente Popular con cola de caballo que nos quiere gobernar.

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